Cuando la actriz lloró,
nos encontrábamos ya
en el quinto acto.
El increíble sentimiento
no la había alcanzado
previamente como si
los otros actos no pudiesen
aguantar sus lágrimas.
Fue entonces necesaria
la muerte del poeta,
para tocar a esta mujer
capaz de disponer
el gesto de la entrega.
Y ahora ella lloraba
como nunca antes lo había hecho
no para el público
sino por la desesperación
que la invadió.