Tú no sabes cuando el amor empieza.
Con qué movimiento, con qué silencio.
Una vela encendida, una pieza de música.
No sabes cuando pasa.
Pero sabes cuando pasó.
Crees que el amor no es del presente.
Pertenece sólo en el pasado y en el futuro.
Él es también parte de la humanidad.
Parte que la sociedad hiere
pero no la toca.
Así y el pedazo de la danza
ha sido amor vertical.
Entonces te sientes que el instante
es una pieza de inmortalidad.
Ya no hay figuras.
Sólo cuerpo.
Oscilación.
Coordinación.
La pasión se convierte en deseo.
No hay más caricias.
No hay más superficies.
Sólo amor.
Sólo profundidad.
No adoras.
Vives.
Porque no hay otra manera.
Este momento, el mundo es único.
Sin comienzo, sin final.
Suspendido.
Así es el amor vertical.
Un encuentro raro
de la profundidad con la suspensión.