Examinaron juntos la situación.
Había una diferencia temporal.
Primero, Pedro iría con el pueblo.
Segundo, el Maestro con los caballeros.
La estrategia funcionaba con lo que tenía y nunca con lo que quería tener.
No querían nada más.
Sólo lo que tenían.
Comenzaron así el camino más largo de sus vidas y de las de sus sucesores.
De este modo el ejército del pueblo pasó sucesivamente a través de Colonia, Sofía, Philippopolis, Adrianópolis y luego Constantinopla.
Allí deciden esperar.
Era el consejo imperial.
Por poco, sí, por poco, se habrían salvado.
Pedro esperaba al Maestro.
Pero la mayoría avanzó.
Y cayeron en la trampa.