16290 - La Santa Decisión
N. Lygeros
Traducción al español de Eduardo Lucena González y Olga Raptopoulou
La liberación de la ciudad tuvo lugar en 1236, cruz en mano.
Otro milagro más de los Santos.
No era simplemente una restauración de la soberanía de los cristianos libres, sino el efectivo regreso de la fe, porque escasos continuarían la lucha hasta el final, más allá de todo límite.
El rey no quiso estar presente en el momento de la santa liberación de la iglesia a fin de que fuera Cristo el único protagonista. La Misa tenía como objetivo que los Santos convirtieran en sagrada cada piedra de la iglesia esclavizada.
Todos los nuestros lo habían acordado: a continuación tendría lugar la primera misa oficial junto con el pueblo, que había sufrido tanto porque no había sacado al Señor de su credo.
Y todos lloraban de emoción, cirio en mano, como si llevaran la mismísima Santa Cruz.
Sólo los Santos y el Maestro no lloraron.
Y la razón era simple.
No habría ningún desastre.
Por mucho que algunos lo quisieran.
El estigma del Cristianismo, aun disperso, estaba en todas partes.
Y el respeto era muestra de no odio.
El amor era más fuerte que este odio.
El templo cristiano integraría todos los elementos en un solo marco.
Sin aceptar la ocupación, tampoco quería olvidar nada.
Y todo se integraría para que todo cristiano se acordara de lo sufrido tantos siglos.
Con el fin de construir el futuro más allá del presente ya expirado.
Así, el Maestro y los Santos comenzaron el enriquecimiento de la iglesia.
Cada añadido era asimismo una obra.
Más allá de la barbarie, estaban creando la belleza que salvaría al mundo a través de la verdad que no olvida.