El objetivo de los ataques terroristas es múltiple. El primer nivel consiste en la aplicación del ataque suicida que no tiene relación con los sacrificios de los luchadores en tiempo de guerra y por esta razón es inaceptable. El segundo nivel es la cobardía, ya que el ataque se dirige a inocentes que no pueden defenderse. El tercer nivel es la difusión del terror a través de los sobrevivientes que avisan a su gente maximizando los efectos de los ataques. El cuarto nivel es la creación del deterioro dentro del sistema de defensa que no puede corresponder en todos los casos. El quinto nivel provoca fricciones entre las poblaciones cristianas y musulmanas, que tienen lugar desde hace décadas, pero se comportan de manera diferente durante un estado de crisis. El sexto nivel, tras esta polarización, es la atracción de fanáticos a causa del atentado terrorista que sirve de catalizador de propaganda. El séptimo nivel es la manipulación de candidatos luchadores a través del lavado de cerebro y la adquisición de recursos humanos en un área donde debido a la herejía extrema hay escasez. El octavo nivel es la alimentación de una cadena de acciones para que haya un cambio de fase y una entidad estatal y después internacional esté creada, capaz de conquistar devorando a los enemigos. Sólo que en todos estos niveles, los bárbaros han olvidado que los Justos no les permitirán que asesinen a la Humanidad, puesto que el contraataque ha empezado.